Por: Eduardo Aguilar

El fútbol no ha necesitado de  mucho tiempo luego de su reanudación para darnos una muestra del poder social que tiene, además de la empatía que puede poseer ante causas tan delicadas que como sociedad nos afectan, por ejemplo, el racismo. En esta ocasión, la Bundesliga, en la cuarta jornada después de la suspensión, ha sido escenario de 3 muestras de solidaridad y denuncias contra el asesinato de George Floyd. 

El panorama está así: en pleno 2020 el racismo sigue palpable en las comunidades, especialmente en la estadounidense; George Floyd, el hombre asesinado por la policía de Minneapolis ha sido el ejemplo más reciente y alevoso: un sujeto que pese a ser arrestado, pedía por su vida mientras era asfixiado por la fuerza policial. Esto provocó que gran parte de la comunidad mundial se mostraran al respecto, y en el deporte, jugadores de la liga alemana ya lo han hecho. 

El centrocampista estadounidense del Schalke 04, Weston McKennie, portó un brazalete durante el partido contra el Werder Bremen con el mensaje: “Justice for George”; de igual forma en el juego del Borussia Dortmund, el extremo inglés Jadon Sancho se quitó la camiseta y mostró el mensaje “Justice for George”, mientras que Achraf Hakimi hizo la señal de -X- en muestra de protesta.

Por último, Marcus Thuram, delantero del Borussia Monchengladbach hincó la rodilla y miró al suelo luego de anotar su primer gol al Union Berlín, en una seña de homenaje y desaprobación a este crimen; de hecho, fue una réplica de esa posición hecha por el quarterback Colin Kaepernick, quien también la usó para expresarse como activista contra la discriminación racial. 

Estas muestras de repulsión hacia el brutal asesinato de un hombre, que durante su detención exclamaba no poder respirar, nos permiten entender que el fútbol además de entretener tiene una función social importante. No porque el mundo sea ciego, pero desafortunadamente estamos en un mundo tan lleno de información, que todo se desvanece con rapidez; pero, lo que hacen este tipo de acciones es que generan una conciencia y memoria colectiva que inmortalizan a víctimas, como George; exigen un castigo para los responsables; tratan de eliminar de una vez por todas aquellos crímenes en contra de los derechos humanos. Y sí, ya vimos que el balompié  también puede contribuir. 

Ante problemas de tal calibre, el futbolista y la persona, no están separados, son uno mismo. No es quedar bien, es dar un mensaje a los aficionados, es extender la causa, es visibilizar algo que se da por hecho. Reitero, en un mundo en donde un día es tendencia la muerte de alguien, y al otro un cómico chiste, es necesario que en el deporte se expresen las figuras, esas que en su voz tienen un canal de comunicación más amplio que el de las víctimas. Claro que sería sencillo asumir la postura: “el deportista y la persona son diferentes” lavarse las manos e irse, pero no, aquí todos somos parte del problema y todo somos potenciales soluciones, y entre más lo sepamos, más rápido podremos avanzar.

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