Por: Eduardo Aguilar

Este fin de semana, Christian Calderón y Uriel Antuna cumplieron la sanción que la directiva les otorgó por problemas de “indisciplina”. Esta sanción les significó ser borrados de la convocatoria para el juego contra León e ir a la sub-20, además,  dejaron de percibir un salario equivalente a un mes.

Sí, Chivas no atraviesa el mejor momento de su historia; sí, Antuna y Calderón son cuestionados por el alto valor de sus fichajes (11 y 9 millones de dólares respectivamente); sí, son figuras públicas y profesionales que están en el ojo de millones de personas; pero no, el salir y divertirse no es un crimen o algo que tendría que ser castigado, y menos cuando se supone que lo hicieron en su “noche libre” (generalmente se dan al finalizar un partido, en este caso, el de Cruz Azul).

El asunto, es que tan conectado está el futbolista con el equipo dentro y fuera del terreno de juego. Cuando hay una conexión fuerte, a nadie le dan ganas de salir de fiesta cuando te ganan un juego, te duele la derrota. Pero, si es débil, da lo mismo. Y eso, eso es lo que más le dolió a la directiva, que sus fichajes estrella, no mostraran ese compromiso enfermizo  que a cualquier jefe le gustaría ver. 

Yo imagino tanto a Uriel como a Christian esas noches: poniéndose sus mejores prendas, alistándose para una velada de alegría. En ningún momento los jugadores están incumpliendo una norma estricta del  Guadalajara. Aunque quizá deben estar planteando hacerla, por otros antecedentes como Marco Fabián o Carlos “Gullit” Peña.

Supongo que cuando firmaron su contrato, en ningún apartado se leía: “tendrás prohibido salir por las noches, tendrás prohibida la libertad…”, como una voz dictatorial que los convierte casi en esclavos. Ellos, en su vida fuera de la cancha, no son ni el extremo derecho ni el lateral izquierdo, son personas con las mismas ganas de salir que un oficinista, arquitecto, abogado, o la profesión que sea. 

Aunque esto no es argumento para exentarlos: son deportistas y deben tomar sus cuidados y precauciones. Porque si no lo hacen, las respuestas en la cancha no llegarán, y ahí es donde se podrá sancionar o recriminar. Es la misma historia de siempre: “salió de fiesta, no rinde, es malo, etc, etc,”

Chivas, otros clubes  y aficionados, se creen dueños de los jugadores; creen que por se parte de, les deben algo. Pero no, no son mercancía

ni artículo de entretenimiento: son personas, como nosotros, que fuera de nuestra labor, buscamos algo más que solo eso.

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