Josue Nieto

El sábado pasado, después de mucho tiempo, volvimos al Marte para un partido oficial de Correcaminos, o por lo menos uno decente; siendo honestos, nos habían traído cada espectáculo, que, en lo particular, me hacía pensar en por qué razón buscaban solo equipos de medio pelo o aparentemente, menor nivel deportivo.

Al inicio del torneo despejaron muchas dudas en el partido contra Dorados, pero sabíamos que el verdadero reto, no era salir a dar buenas actuaciones en patio ajeno; sabemos de sobra que donde es más importante ganar y donde históricamente más se nos ha complicado es en casa; el Marte R. Gómez fue una aduana muy complicada en otros tiempos y actualmente, era casi como la fiel representación de aquella tienda departamental que te regala puntos solo por visitarla.

Desde las primeras horas del sábado, se rumoraba que el Marte tendría una entrada que no se veía desde la visita de Maradona a tierras cuerudas; y he de reconocer que más escéptico que optimista, tomé camino al estadio: para mi sorpresa, en efecto, nuestra casa lucía radiante, llena, nuestra cancha volvía a tener vida; lo que me hizo recordar las pláticas de mi viejo de aquellas temporadas gloriosas en Primera División.

Aquellos días donde no importaba la hora, un partido en Victoria era jugar en una sucursal del infierno; tal vez sea por el calor extremoso y el sol cayendo a plomo en el centro de la ciudad o por la afición que verdaderamente se metía con el rival, les incomodaba, realmente los aficionados se hacían sentir… A esos equipos de Primera División sí que les costaba venir a Tamaulipas; la noche del sábado pasado ese sentimiento se experimentó en la cancha del Coloso de Carrera, la afición se metió en serio con el equipo visitante y a nuestros muchachos, los arropó como si nunca le hubieran fallado a esta afición… Y eso mis queridos amiguitos, es la máxima prueba de la nobleza que tiene la afición victorense.

Lo visto en el campo también me llevó a otro de los recuerdos preferidos de mi padre de aquellos tiempos: los llamados “morenos” de Correcaminos (realmente les llamaban de otra manera, pero es mejor así) aquellos jugadores que llegaron para convertirse en ídolos de este equipo, me refiero a Raúl Martínez Sambulá, Rodolfo Richardson Smith, y Víctor Rene Mendieta; el sábado pasado, Wilber Rentería y Esneyder Mena me hicieron recordar lo que mi viejo hablaba de aquellos jugadores, obviamente, con las debidas proporciones; sin embargo, en definitiva, Rentería y Mena son por mucho, lo mejor que le hemos visto a Correcaminos en este momento, su juego vistoso, su velocidad y su atrevimiento han contribuido al buen desempeño y los buenos resultados del equipo.

Hoy, mis estimados amigos, como en los viejos tiempos, Correcaminos vuelve a ser tema de conversación en la plática de regreso a casa después del juego, en las reuniones familiares de los domingos, los lunes de regreso a la escuela y la oficina. 

Y espero realmente que este equipo logre llevar familias completas al estadio; que hermoso será que los abuelos y padres, otrora decepcionados por los malos tiempos del equipo, al regresar recuerden aquel Correcaminos que los enamoró en su tiempo y los hacía volver cada semana al Marte, a pesar de las inclemencias del tiempo y de los horarios.

En fin, esta semana toca visitar a Mineros, el líder del torneo, en un partido que será un agarrón digno de liguilla; dos de las escuadras más poderosas del Ascenso se enfrentan para definir el liderato y esperemos venga de regreso a Tamaulipas.

Quiero terminar estas líneas agradeciendo a Deportivista, por darme la oportunidad de escribir para ellos; por darle difusión a la opinión de un aficionado más, esperando que mi manera de ver y entender el juego llegue a más personas y los anime a regresar al estadio… Donde por cierto nos vemos en el Clásico, el próximo jueves 14 de febrero, ya saben dónde, en Sombra, entre los Miown’s, con los Judas tienen un lugar… Vamos a destripar a la Jajajaiba una vez más, no se lo vayan a perder.