Por: Eduardo Aguilar

No se trata de la mafia, gobiernos, o corrupción: hoy el fútbol está siendo víctima del virus, que lamentablemente, cada vez crece con más fuerza. El coronavirus, originado en Wuhan China, rompe fronteras a pasos agigantados; pues de pensar que solo estaría en China, o países “lejanos”, ya alcanzó a naciones como, Alemania, Italia, España, Francia y Reino Unido; siendo Italia el más afectado de estos (ya se registran 200 casos y al menos 7 muertos, según El País). Estas sedes poseen las ligas más prestigiosas a nivel mundial, ahí la razón de la “cercanía”, la élite de su soccer. 

Las cifras son escandalosas, a lo largo del mundo ya son aproximadamente 80 mil infectados y casi 3000 muertos. Tristemente, al igual que en diversos ámbitos “si está lejos no pasa”. ¿Quién se había detenido a pensar que la Superliga china ni siquiera ha podido empezar por una crisis de este tamaño?

Quizá solo aquellos realmente interesados en torneos como el chino o el surcoreano, o los conscientes de la potencial pandemia mundial según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se habían detenido a pensarlo. Tuvo que tocar las fibras más sensibles de un país como Italia para que los aficionados, clubes y directivos dimensionaran los riegos de este virus. 

La jornada 25 de la Serie A fue la que se vio afectada gracias al coronavirus: Inter vs. Sampdoria, Atalanta vs. Sassuolo, Torino vs. Parma y Hellas vs. Cagliari no se llevaron a cabo. Una aparente solución benéfica para los bolsillos, pero insensible con la causa, sería que los futuros juegos se jugaran con medidas sanitarias, esto con el fin de cobrar boletos o consumos diversos. Sin embargo, el Ministro de Deportes, Vincenzo Spadafora, aclaró convincentemente, que los partidos a disputar en regiones infectadas serán a puerta cerrada. Por lo que veremos un Juventus-Inter sin gente en el estadio. 

Hemos oído que el beneficio comercial siempre se sobrepondrá por encima de cualquier cosa. Y sí, a pesar de la implementación de quitar a los aficionados (absurda porque el futbol va con gente, sea uno o miles, es el condimento del balompié), los intereses monetarios siguen prevaleciendo. 

¿Por qué? Porque cuánto dinero dejarían de ganar: empresas publicitarias, cadenas televisivas, los mismos clubes, si se dejara de jugar un partido tan importante y definitorio como el Juventus de CR7 contra el Inter de Lautaro y Lukaku. Ya lo dijo Filippo Inzaghi, la solución no es cerrar las puertas, es parar, porque algo así no puede subestimarse.

Esperemos que los gobiernos reaccionen de la manera más eficiente y veloz; para no tener miedo de ir al estadio en un futuro; para quitarnos el tapaboca que ahogaría el grito de gol; para cuidar a los aficionados, deportistas y todos los involucrados; para poder patear el balón como una forma de liberación de aquel virus que está sacudiendo al planeta. Aunque, por el momento, el balón es lo de menos, es mejor perder goles que vidas, así que, si se tienen que parar todas las ligas del mundo, que se detengan. El futbol será, siempre y cuando la sociedad esté lo más sana posible, y si no, que no sea. 

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