Por: Eduardo Aguilar

En los últimos días el deporte ha encontrado en el virus COVID-19 una barrera sin precedentes, ni el mismo Ebola logró frenar como hoy lo está haciendo esta ya considerada pandemia mundial. Se cancela la Serie A por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial; los Warriors de Golden State y los Nets de Brooklyn llevaron a cabo el primer partido a puerta cerrada en la NBA, quien también decidió suspender indefinidamente la liga; la suspensión de juegos de UEFA, y el posible aplazamiento de la EURO 2020; la posible postergación de los Juegos Olímpicos en Tokio; y un sinfín de competiciones más

Es alarmante por el alcance que está teniendo: aquello que empezó en lugares “lejanos y exóticos” como Wuhan China o Corea del Sur, hoy toca las fibras más sensibles de las capitales del mundo. Las medidas de Estados Unidos, por ejemplo, han sido contundentes; respecto a su flujo turístico, se canceló la entrada de vuelos procedentes de Europa, se detuvo la Major League Soccer por 30 días, y la NBA por los casos positivos del pívot francés Rudy Gobert y el escolta estadounidense Donovan Mitchell; resulta increíble, porque conociendo el modelo de negocios de esas competiciones, sería impensable posponer “al dinero”.

La derrama económica de las competiciones suspendidas como la NBA es de 800 millones de dólares, la de la National Hockey League es de 475 millones, y la de la MLS acumula 150 millones, esto en el lapso de un año, según el expediente de candidatura para el mundial de 2026. Es así, que las alarmas para la sociedad se deben encender, pues para que se frenen dos de las competencias más importantes a nivel comercial, algo grave está sucediendo.

Tampoco se trata de caer en la paranoia, pero hay que tener medidas que si vean por el bien de la gente. En el caso de México, el presidente de la Federación Mexicana de Fútbol, dio a conocer que la medida que se implementará para las ligas, será evitar el saludo de manos durante el protocolo; porque claro, no le das la mano a alguien y estás a salvo el resto del juego en donde manotean, escupen, etc. Aquí en lugar de prevenir se busca solucionar cuando el problema llegó. 

Como ya había dicho, el deporte debe ser siempre y cuando la integridad de aquellos que lo construyen no sea vulnerada. Así también, creo que es preferible frenar todo, en lugar de hacerlo a medias y con riesgo tan solo por evitar pérdidas económicas. Un juego debe estar con las porras y gritos de la gente, no con el silencio sepulcral de un templo como los estadios.

La incertidumbre nos atrapa y no, al menos aquí en México. A pesar de ver la situación crítica en los demás países, nosotros aún no podemos comprender la gravedad del asunto, porque como siempre: si está lejos no nos va a pasar. Esto en gran parte se debe a la cultura de salubridad que tiene la sociedad y la afición; es 100 veces más común que alguien que vaya saliendo del baño de un estadio compre otra cerveza en lugar de lavarse las manos.

Dicen los directivos que irán de la mano con las autoridades del país, y suena bien. Aunque el presidente, en medio de todo este problema, afirme que lo mejor en estos casos es abrazarnos; así que esperar que la liga mexicana se suspenda, o juegue a puertas cerradas como ocurrió en 2009 por el virus AH1N1, es aún lejano. Escudarse en las autoridades es un acto de hipocresía, porque cuando se vulneran los intereses económicos, esas recomendaciones van directo al viento. Como ya lo he dicho: el deporte debe ser bien y en las mejores condiciones para quienes lo construyen, de no ser así, que no sea. 

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